
La Zaranda en el Centro Cultural de La Villa… ¿Cómo no me había enterado? Nunca les he visto, la última vez que actuaron en Sevilla nosotras también actuábamos a la misma hora en otro Teatro; de alguna manera es un orgullo. Cojo el coche, poca gente en el recibidor; cuesta salir del centro a ver artes vivas.
Se abre el telón, una bombilla, una caja de pino y una corona de difuntos para conmemorar a los ausentes. El tiempo y el espacio pierden sentido en una pieza atemporal, crítica con un texto profundo y poético del que estar muy pendiente para no perderse ni un sonido, ni un silencio. Admiro el léxico, los significados, las repeticiones, texto casi en todo momento dicho en andaluz, ¡qué bello en un escenario!
Escenografía basada en objetos aparentemente corrientes jugados de tal manera que crean decenas de universos. Una actuación magnífica de actores míticos de la Zaranda, sincrónica, curiosa, graciosa en partes, solemne en otras. Un teatro absurdo pero muy coherente y mordaz que habla de todo como sin darme cuenta, que me conecta con la idea falsa de libertad, la ridiculez de la burocracia y la política, el origen de las guerras y las fronteras, con los olvidados y los ausentes, la desaparición del concepto de sujeto y la muerte.
La primera vez que veo a la Zaranda entiendo su apellido, Teatro Inestable de Ninguna Parte. Salgo del Teatro con ganas de crear y creer en el teatro aunque como dejan caer sobre las tablas “el ministro de cultura está ausente”.